miércoles, 5 de noviembre de 2008

LA PELEA ENTRE EL CAMPO Y EL GOBIERNO TIENE HISTORIA

Los conflictos entre el campo y el gobierno datan de mucho tiempo atrás.
Luego de la Revolución de Mayo, el sector agrario pampeano se transforma en el motor de la economía del país. Nace allí lo que se denominó "modelo agro-exportador" cuyo eje era el intercambio de bienes agrarios producidos en las tierras rioplatenses a cambio de manufacturas producidas en las economías extranjeras.
También participaron de la onda expansiva agraria pequeños y medianos propietarios y productores, al igual que los trabajadores, que cobraban salarios bastante elevados.
El Estado, a la vez, logró reemplazar los ingresos coloniales de la plata potosina y del tributo indígena con impuestos aduaneros que le dieron a Buenos Aires una fortaleza enorme frente a los otros estados provinciales, y también frente a otros países que se estaban constituyendo. Esto era posible porque la baja de los precios de los bienes manufacturados que la región pampeana importaba, permitía aumentar el poder de compra de los bienes agrarios que exportaba.Pese a que los gobiernos implementaron en muchos casos políticas que favorecían a los sectores pudientes (por ejemplo los sistemas de distribución de la tierra o políticas fiscales que gravaban más al consumo que a la riqueza), las condiciones generales permitieron niveles de distribución de la riqueza comparables a sociedades consideradas igualitarias.

¿Se puede comparar este proceso lejano con el que hoy vive la sociedad argentina?
Una serie de transformaciones radicales en la economía mundial —en especial la irrupción de las grandes economías asiáticas ya no sólo como proveedoras de bienes industriales, sino como consumidoras de bienes agrarios y materias primas— generó una alteración que favoreció los precios de los bienes básicos que la Argentina exporta. Sin embargo en vez de acompañarse de un consenso amplio entre diversos sectores de la sociedad, derivó en tensiones que generaron conflictos entre campo-ciudad o campo-gobierno.Una alternativa más justa —y que en contraste con las retenciones permitiría diferenciar claramente a grandes de pequeños productores o, mejor aún, a ricos de pobres— sería la de emprender una verdadera reforma fiscal que reduzca drásticamente los impuestos que afectan al consumo y se centre en la riqueza y las ganancias, como sucede en la mayoría de los países desarrollados. Pero, ¿los grandes propietarios que hoy enfrentan las retenciones están dispuestos a aceptar un cambio de esta naturaleza?